18 de maig, 2010

George Wein visto por sus músicos

Horacio Fumero, Jordi Rossy y George Wein, ayer en el Gran Hotel Havana de Barcelona (foto: Raül Esteve)

Éxito absoluto del concierto-prólogo de la 42 edición del Voll-Damm Festival Internacional de Jazz de Barcelona que inaugurará el próximo 3 de noviembre Sonny Rollins en la gira de celebración de su 80 aniversario. Un personaje un poco mayor que él, George Wein, el legendario fundador del Festival de Newport, fue el gran protagonista de una noche única que cerraba los actos de confraternización entre sus festivales (Newport y Nueva York) y Barcelona.

Los dos músicos invitados para tocar con Wein en su George Wein Barcelona Trio, Horacio Fumero y Jordi Rossy, hablan aquí de su inolvidable experiencia.


Un poeta al teclado
Por Horacio Fumero

La primera impresión cuando me llamaron para este concierto fue de incredulidad; no sabía que este famoso promotor fuese también pianista. En 1974 participé en el Newport in Europe Tour con el grupo de Gato Barbieri, una experiencia única de mes y pico de conciertos y viajes junto a los mejores músicos de la historia del jazz, ¡y el culpable de toda esa parte increíble de mi vida estaba anoche sentado al piano y yo con Jordi acompañándolo!

La realidad supera cualquier ficción; en mi caso eso es una verdad incuestionable.  En el jazz, como en la poesía, se pueden decir cosas trascendentales sin necesariamente poseer una gran virtuosidad instrumental. A veces pocas palabras (pocas notas) nos dicen verdades conmovedoras. Es el caso de este gran poeta, quiero decir pianista. Soy consciente de que compartir ese rato en el escenario ha sido otro de los privilegios que me han tocado en la vida.


En casa del maestro
Por Jordi Rossy
 
Lo de anoche fue una gran lección. Cuando Joan Anton Cararach  me llamó para que tocara con George Wein, yo sólo sabía de él que era un famosísimo promotor y que era responsable de la expansión del jazz por el planeta, un gran embajador del jazz que se ha codeado con los más grandes de todas las generaciones desde los años 40.

Cararach me comentó que era pianista y que tocaba en el estilo de los pianistas de swing, anteriores al bebop. Siendo yo un enamorado del piano y del estilo de Earl Hines, Teddy Wilson, etc., tenía una gran curiosidad por escuchar a George Wein.

El lenguaje del jazz tiene algo mágico, algo que te permite intimar con la persona con la que compartes escenario. En la breve prueba de sonido a los pocos minutos de conocernos, tocamos algunos de los temas a modo de ensayo. A los pocos compases era evidente que todo resultaría fácil y profundo a la vez. Cuando tocas con alguien por primera vez a los pocos minutos no sólo sabes los gustos musicales, las influencias, el estilo y las habilidades de un músico, también lo conoces en profundidad en su forma de ser.

George resultó ser elegante, generoso, flexible, divertido, jugetón, y un gran showman en el sentido mas profundo de la palabra, alguien que cuando se sube al escenario sabe cómo contar historias con sentido elocuencia y sin irse por las ramas.

Hablando en terminología musical, se podría describir como un auténtico veterano que sabe orquestar melodías con un sonido precioso, capaz de encontrar innumerables colores en el piano y todo con un gran sentido del swing y sin divagar, y al mismo tiempo con una de las cualidades que suelen tener los mayores, que es una gran libertad, abandono y despreocupación.

Lo dijo antes de empezar: «Esta noche voy a tocar como si estuviera con unos amigos en el salón de mi casa.» A los pocos minutos todos nos sentíamos cómodos en la casa del maestro, habitando ese espacio tan íntimo y personal que sólo mediante la música se puede compartir.

Ayer me fui a dormir sabiendo que había estado muy cerca de un personaje único, un gran artista y rozando la superficie de algo muy grande. Por supuesto fue un gran placer compartir semejante experiencia con Horacio Fumero, otro veterano con un alma enorme, directo, honesto, con un sonido grande, intenso y visceral.