Lorenzo di Nozzi, un dels dos fotògrafs oficials del festival de jazz, va ser dimarts passat a Bikini.
Aquesta és la seva mirada:
«Mirar un concierto a través de un visor de un centímetro de lado siempre tiene algo de especial. Al parecer, un punto de vista limitado, siempre se revela como algo mágico. Dentro de ese cuadradito viene a crearse como una especie de conexión directa entre tú y el artista. Es como si todo el público se fuera alejando, y te quedas tú… a solas con él.
La del martes en Bikini fue una gran noche; de las que se te queda en la memoria. Trombone Shorty, el niño prodigio que protagonizaba el concierto pórtico del 43 Voll-Damm Festival Internacional de Jazz de Barcelona, se ha revelado no solamente como músico de altísima calidad, sino también como un gran anfitrión y un listo entretenedor.
En vez de seguir un rumbo clásico de este tipo de concierto, donde normalmente el clima sube poco a poco en un crescendo desde abajo para llegar a lo máximo al final, en Bikini el chaval de Nueva Orleans se atrevió a empezar desde arriba, y desde el comienzo empezó a tope, ¡y desde allí no cesó de subir más y más!
Se llevó con él a toda la platea, en un viaje a través del funk, del hip-hop, del pop, del reggae. Y del jazz.
Sonoridades que retan a la audiencia, ondas sonoras que golpean sin herir, dejando atrás el sabor en el aire, y como un pistolero apunta y dispara sus graves y sus agudos de latón brillante.
Desde mi visor, fue fantástico.»