Buika, poniendo el Town Hall (literalmente) a sus pies (foto: Andrea Boccalini).
Salió a escena como si estuviera en casa, arropada por esos duendes que suelen acompañarla cuando se encuentra en estado de gracia. Buika, a quien un periódico canadiense calificó sin rubor como «la próxima gran diva de la world music», tenía el pasado viernes en el Town Hall de Nueva York una de las pruebas de fuego de su espectacular gira americana, que prosigue hasta el próximo 20 de noviembre con un último concierto en Miami.
El día empezó a lo grande: la cantante mallorquina se levantó en Nueva York con un artículo de dos páginas en The New York Times firmado por Larry Rohter (la primera de ellas en portada del suplemento Arts). «The singer Buika was carrying a Spanish passport when she arrived in the United States last week to begin her first extended tour of North America. But her music, with its roots on four continents, draws on such a wide range of influences, from jazz and flamenco to pop, soul and African polyrhythm, that it sometimes seems as if she is from everywhere at once and nowhere in particular», empezaba Rohter su denso y documentadísimo artículo, que incluía también unas contundentes declaraciones de su amigo y productor, Javier Limón, quien pronto se mudará a Boston para dirigir en Berklee un Instituto de Música Mediterránea: «She is not exclusively for Latinos. She’s trying to break barriers and become a singer in Spanish for people who don’t speak Spanish», le dijo Limón a Rohter a modo de contundente resumen-manifiesto sobre la universalidad de una cantante única.
El director artístico del festival de jazz de Barcelona, Joan Anton Cararach, acudió al concierto con dos invitados de excepción: el director artístico del Jazz Standard, Seth Abramson («al no entender el español, me he perdido muchas cosas, pero desde luego la intensidad de su actuación no es hoy por hoy comparable con nadie», dijo), y Lorraine Gordon, la mítica propietaria del Village Vanguard, cuyo poco interés por las cantantes contemporáneas y cuya conocida aversión a ir más arriba de la calle 14 de Manhattan convirtieron su presencia en el concierto en un acontecimiento muy comentado por la comunidad jazzística neoyorquina.
Buika y Javier Limón (foto: Andrea Boccalini).
Pues bien, desde la primera canción, Oro Santo, acompañada sólo por su invitado especial, Javier Limón, a la guitarra, Buika empezó a ganarse a Gordon y a la audiencia entera. «Me recuerda a Nina Simone, pero mucho más bella y elegante», dijo la propietaria del Vanguard, que a los 10 minutos de concierto ya decía que Buika debería cantar en su club, una de las catedrales indiscutibles del jazz. Tras el concierto, Gordon fue, acompañada por Cararach, a saludar a Buika a los camerinos (pasando con sabia veteranía por delante de celebrities como los cantantes Alicia Keys y Antony Hegarty y el fotógrafo Bruce Weber), y se lo dejó muy claro: la quería en su club algún día, el mismo club en el que gigantes como John Coltrane, Bill Evans y Sonny Rollins (entre tantísimos otros) han grabado discos que forman parte de la historia del jazz: «Es adorable; ya sé que no es una artista de clubes, pero el Vanguard es otra cosa y la voy a esperar hasta que ella quiera.»
Anonadada, Gordon quiso invitar a Buika y a sus músicos al Vanguard para que vivieran la magia de su club con una actuación estelar, la del Bill Charlap Trio. Exhausta, Buika no pudo atender a la invitación de Gordon, pero sí su pianista, Iván Melón Lewis, y su bajista, Dany Noel, tratados a cuerpo de rey en el Vanguard. «Fue una noche de lujo, y esa señora es un encanto de persona, muy simpática», resume Dany Noel sus impresiones.
Lorraine Gordon, en el Vanguard flanqueada por Iván Melón Lewis y Dany Noel.
Her voice is an orchid full of razor blades. It's beautiful and beguiling. Get too close, though, and you might bleed to death.
Josh Jackson, director y presentador de 'The Checkout' (WBGO) y productor y presentador de 'Live at The Village Vanguard' (WBGO y NPR)
Concha Buika is a great singer and performer. She has a magnetic stage presence and her voice has the deepness, the harshness and the melodramatic sweetness of the great Spanish music tradition. You can live the desperation of a lost love and the happiness of a new one in her singing, you can see the toughness of life as well as the inner cry of a woman's soul in every gesture and in every word she spread so beautifully on the air during a song. Spain should be proud of having such a wonderful performer among its best artists.
Enzo Capua, corresponsal de 'Musica Jazz' y del Umbria Jazz Festival en Estados Unidos
Dos muestras que confirman que el crecimiento de Buika ha llegado a altísimas cotas. El festival de Barcelona ha sido especialmente afortunado en su relación con la que muchos consideran ya una auténtica diva. Su debut en noviembre del 2007, en nuestra 39 edición, era también su debut en el Palau, y llenó la sala hasta la bandera, con público sentado incluso en el escenario. El año pasado, Buika regresó al Palau, una sala por la que ella siente un especial apego, para presentar El último trago, una gira que (roda el món i torna al Born) cerrará este año apoteósico en el mismo Palau el 1 de diciembre, en el 42 Voll-Damm Festival Internacional de Jazz de Barcelona. Con prólogo de lujo a cargo del quinteto de su pianista, Ivan Melón Lewis, que presentará su disco Travesía.
Como pudieron intuir los aficionados de nuestro festival hace ahora casi tres años, Buika es una de las grandes, y el 2011 promete muchas más sorpresas y proyectos que van a suponer una vuelta de tuerca en la madurez de una artista excepcional, además de su participación en la última película de Pedro Almodóvar, La piel que habito.
Buika está inmensa, grandiosa. Y pronto, el 1 de diciembre, va a regresar a su festival y a su sala. ¡Visca Buika!
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