07 de novembre, 2009

Kings of Convenience:
la primera vez siempre es especial

Por Agustí Borlán




El 41 Voll-Damm Festival Internacional de Jazz de Barcelona abría el pasado viernes 6 de noviembre en el Palau de la Música Catalana la segunda de sus Finestres (ventanas) a músicas más allá del jazz (puristas abstenerse). Así pues, gracias a esta acertada elección, el dúo Kings of Convenience debutaba en Barcelona con todo lujo de detalles, en el marco de un festival de primer orden y ante un Palau lleno hasta la bandera: una verdadera prueba de fuego que los noruegos superaron con los más elevados honores.

Erlend Øye i Eirik Glambæk Bøe proceden de Bergen, también cuna de otro dúo de referencia aunque dentro de la escena electrónica: Röyksopp. Su música bebe tanto del pop de cámara como del folk acústico, con pequeñas pinceladas de bossanova y leves pero efectivos arreglos, para establecer la gramática de un lenguaje sensible que generalmente sólo necesita dos guitarras y dos voces para ser expresado. Tomaron el escenario poco más tarde de las 21 horas, sin más recursos escénicos que su estricta presencia y sus canciones en estado puro. Haciendo gala de su buen sentido del humor, nos deleitaron con algo de background music (en sus propios términos) para esperar a que todos los asistentes pudieran ocupar sus asientos. Con un setlist forjado casi al momento, arrancaron oficialmente la actuación mediante una tanda de piezas incluidas en su tercer álbum, Declaration of dependence (2009), material un tanto reiterativo a primera vista pero que en directo cobró una sorprendente nueva dimensión. Los rasgueos y arpegios alternativos del dúo tejían una maravillosa red cristalina, sobre la que sus melodías trenzadas provocaban un efecto de melancolía tan hipnótico como totalmente devastador.

La fórmula de Kings of Convenience empezó a tomar forma con los trazos de su debut, Quiet is the new loud (2001), aunque cobró verdadera entidad a través de las cargas de profundidad contenidas en Riot on an empty street (2004), su segundo y hasta la fecha mejor trabajo. Conocedores del valor de esta joya de la corona, dosificaron sus diamantes (Homesick, Misread, Stay out of trouble…) con sabiduría, y hasta contaron con la participación del público femenino en su memorable interpretación de Know-how. Durante la segunda parte del concierto se añadieron el violinista Tobias Hett y el contrabajista Davide Bertolini (que en ocasiones permutaba su instrumento por un bajo eléctrico) a la formación, para conferir todavía más magia a unas piezas en estado de gracia. Las breves escapadas de Erlend Øye al piano también aportaban nuevos colores a las partituras, mientras su confianza iba creciendo hasta convertirle en el auténtico maestro de ceremonias de la velada. Su grado de interacción con el público fue creciente: empezó con cierta ironía y chistes mordaces, para acabar totalmente entregado y bailando junto a las primeras filas de la platea. Se notaron las tablas adquiridas con su proyecto alternativo The Whitest Boy Alive, formación más musculosa a la que tampoco conviene perder de vista a juzgar por sus dos magníficos álbumes publicados hasta la fecha.

Al final, regalaron una versión de You’re always on my mind, clásico de Elvis repopularizado en los 80 por la alucinada y alucinante adaptación de Pet Shop Boys, y se despidieron inteligentemente con su creación más festiva, I’d rather dance with you. Un broche de oro que marcó el punto y aparte del debut de los Simon & Garfunkel de Bergen en la Ciudad Condal. Ahora ya nadie podrá borrar del corazón y la memoria del Voll-Damm Festival Internacional de Jazz de Barcelona el emotivo recuerdo de lo que fue aquella primera vez.

1 comentari:

Anònim ha dit...

Tratándose de prioridades que otorgan a uno el poder de la elección, en este caso, de no alargar la asistencia al concierto de KOC más allá de sus primeras notas; se agradece la detallada y hasta emotiva crónica, para trasladar (un día más tarde) la imaginación al Palau y participar, por ejemplo, en la memorable interpretación de Know-how (con el público femenino, claro). Sin poder afirmar haber vivido esos momentos de "lo que fue aquella primera vez", me alegra haber recibido unánime opinión, no sólo del cronista sino de otros más que sí lo disfrutaron de inicio a fin; gran concierto, impresionante, lo mejor que he visto en tiempo, se pusieron el público en el bolsillo, no defraudaron, espléndido directo, increíble... y si acaso el consuelo, en pequeña forma, de haber participado en el evento... y por supuesto, de volver a verles para disfrutar el concierto de inicio a fin ¡Felicitats FIJB!