El incipiente pero todavía demasiado desconocido jazz mexicano tuvo ayer en Luz de Gas uno de sus mejores emisarios en la voz de Magos Herrera. La propia cantante nos cuenta sus impresiones en caliente, apenas acabado su concierto.
Magos Herrera, en Luz de Gas (foto: Ricard Cugat)
En esa embriaguez que encanta
Por Magos Herrera
Barcelona es una mujer expresionista que se descubre seductora en sus caminos de asombro y belleza, y que en su respirar abraza la elocuencia de un mundo complejamente orgánico; una mujer vanguardista que es capaz de evocar toda quimera estética. En esa embriaguez que encanta, al final de una jornada entre sus calles, arribamos a la exquisita sala Luz de Gas, en donde, entre terciopelos y luces carmín, ofrecimos nuestro primer concierto en Barcelona, promoviendo mi más reciente material discográfico, Distancia.
Con los increíbles Aaron Goldberg al piano, Ricky Rodríguez en el contrabajo, Alex Kautz en la batería, e Ingrid y Jennifer Beaujean en las voces, emprendimos una vez más el viaje a lo desconocido, una velada de buenas nuevas, de reiterar el poder alquímico de la música compartido con un público que permitió cautelosa y serenamente ser seducido para entregarse al final en un perfecto coincidir de palmas y cantos en Veracruz, de Milton Nascimento.
Pasar por este puerto mediterráneo entre un marco de compositores como Wayne Shorter y Maria Schneider es un privilegio, un gran signo de un nuevo peregrinaje de nuestra música en el viejo continente.
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