Daniel Negro, propietari i fundador del Harlem Jazz Club, ens dóna el seu particular record de la visita de Nelson Mandela a Barcelona. En memòria de l'expresident de Sud-àfrica, el Harlem organitza un concert diumenge que ve 15 de novembre a les 20.00 hores amb entrada gratuïta. Entre d'altres, ja han confirmat la seva assistència músics com Jean-Paul Dupeyron, Francesc Pi de la Serrra, Tchika, Joan Vinyals i Anita Zengeza.
Por Daniel Negro
Allá por el año 1987 iniciamos la aventura de crear una sala de música en vivo en el Barri Gòtic de Barcelona con la intención de ofrecer tanto a público como a artistas un espacio de libertad creativa en el que la transgresión fuese el eje y la música el instrumento, teniendo siempre presentes que cualquier actividad humana, la que sea, no puede ser ajena al lugar y el momento en que se desarrolla.
Existía entonces un pequeño núcleo de exiliados sudafricanos e ingleses con los que participamos creando Acció Contra l'Apartheid, cuyo fin era buscar solidaridad con las víctimas del racismo en Sudáfrica. En el año 89 hicimos un concierto solidario que de alguna manera marcó el inicio de este tipo de conciertos en Barcelona, que con el tiempo se convirtieron en habituales, en favor de las causas más diversas; no sólo fue novedoso, sino que también obtuvimos el apoyo de mucha gente que llenó la sala demostrando su rechazo al apartheid.
Años después, a principios de los 90, la lucha del pueblo sudafricano consigue rescatar a Mandela de la cárcel. Una de las primeras cosas que Mandela hace una vez liberado es viajar por diferentes países del mundo para recabar apoyos a su causa denunciando al régimen racista. Así es como llega a Barcelona y desde Acció Contra l'Apartheid, junto con otros, organizamos un acto en la plaza de Sant Jaume al que asistimos unas 300 personas.
Los políticos de la ciudad, con la aguda visión que ya los caracterizaba por entonces, no reciben a Mandela puesto que consideraban políticamente incorrecto entrevistarse con un negro expresidiario al que los racistas de su país acusaban de terrorista.
El tiempo y la vida siempre terminan colocando a cada uno en su sitio.
Hoy ya no hace falta decir nada acerca de la transcendencia de la figura de Nelson Mandela para la humanidad entera. A aquellos políticos y autoridades que se negaron a recibirle la historia ya los ha colocado merecidamente en el olvido más infame e ignominioso, pero no por ello su falta de vergüenza les impide hoy lamentarse por la muerte de Mandela, el mismo hombre y la misma causa a los que dieron la espalda cuando estuvo en Barcelona.
Al finalizar el acto los organizadores y Mandela estuvimos charlando brevemente en el Harlem; esos momentos fueron sin duda los más gratificantes que se hayan vivido en nuestra sala y su recuerdo nos llena de emoción y orgullo a la vez.
Mandela nos ha dejado, pero su legado, su lucha y generosidad trascenderán y perdurarán por mucho tiempo en la memoria colectiva de la humanidad.
Quienes tuvimos la oportunidad de aportar algo con nuestro modesto esfuerzo a la lucha por la libertad que él encabezaba estamos tristes, pero no desamparados. La lucha, su lucha, continúa.
Compañero Madiba, ¡hasta siempre!