Rudresh Mahanthappa y Ashley Kahn, en un momento de su conversación en Monvínic (foto: Michael Weintrob)
Por Agustín Borlán
La 43 edición del Voll-Damm Festival Internacional de Jazz de Barcelona ofrece mucho más que conciertos en salas, para desplegar un buen número de actividades paralelas que convierten la ciudad en un verdadero centro neurálgico para los amantes del género en todas sus dimensiones.
El pasado viernes 28 de octubre a las 17 h., el saxofonista Rudresh Mahanthappa protagonizó una sesión Before and After de JazzTimes en Monvínic (Diputació, 249) antes de su explosiva actuación en Luz de Gas. El delicioso espacio, de visita obligada para devotos de la elegancia y los buenos caldos, enmarcó una actividad en la que el artista debía comentar sus impresiones al respecto de una serie de piezas seleccionadas por el periodista e historiador musical Ashley Kahn, con la música como única referencia. Gracias a la poco usual propuesta de Kahn, alejada de convencionalismos –de Stan Kenton a Gary Bartz, pasando por una bizarra fusión indo-jazzística de los 60 e incluso una versión de Ornette Coleman a cargo de John Zorn–, la simpatía de Rudresh –que acertó en más de una ocasión el intérprete y compositor de las piezas en cuestión– y la calidad de sonido de los equipos de alta fidelidad cedidos por Linn Ibérica, podría decirse que la sesión fue todo un éxito: didáctica y sorprendente.
Lluís Coloma Trio, descarga de swing en el Gran Hotel Havana (foto: Michael Weintrob).
Y tras el clasicismo, la vanguardia. Rudresh Mahanthappa, una de las hierbas más exóticas de la efervescente escena neoyorquina, llegaba al festival para presentar su proyecto Samdhi, un tratado de jazz y experimentación incapaz de dejar a nadie indiferente. El cuarteto prescindía del piano para conferir mayor protagonismo a la guitarra de David Gilmore, un ejercicio que sumaba aspereza a un concepto poco dado a las estructuras convencionales con amplios espacios para la improvisación cercana al free. Mahanthappa certificó su faceta experimental con el uso de un ordenador, que le permitía crear paisajes sonoros partiendo de muestras de su saxo resampleadas en calidad de 8 bits –para entendernos, un sonido similar a los videojuegos de los 80 de Konami o Sega– y dar lugar a extrañas atmósferas que emparentaban la oscuridad de Miles con la libertad de Ornette y la electrónica de más rabiosa actualidad. Un auténtico viaje alucinante que no defraudó las expectativas puestas en el galardonado saxofonista. Durante casi dos horas, la sala Luz de Gas se ubicó entre las calles de Manhattan, con un artista representativo como pocos de la vanguardia jazzística de hoy.
Rudresh Mahanthappa (foto: Michael Weintrob).
Como novedad de la presente edición del festival, el sábado 29 de octubre al mediodía se organizó una sesión de baile swing y lindy-hop en la céntrica Plaça Reial, gratuita y apta para todos los públicos, con la colaboración de la escuela gracienca Lindyhop.cat. Aunque estaba previsto que la música fuera grabada, finalmente se pudo contar con la inestimable colaboración de los alemanes Happy Feet Swing, que mantuvieron la pista en constante movimiento con su dinámica exposición de ritmos tradicionales y un dilatado repertorio que suministró dos horas de danza y buenas vibraciones. En definitiva, cerca de 1.000 personas se congregaron a ritmo de swing pese a la amenaza de lluvia. Nunca mejor dicho: al mal tiempo, buena cara. Y mejor jazz (de todo tipo).
Swing en la plaza Reial (foto: The Project).
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