Roberto Giglio acaba de llegar a Barcelona. Ha aterrizado un día antes, para no perderse el concierto inaugural de Wayne Shorter. «Es un enorme placer y un honor estar en este festival, que además de albergar a leyendas tan grandes como Shorter no teme apostar por otros artistas mucho menos conocidos». Giglio se define como un «cantautor con canciones arregladas en clave de jazz». No es la suya una apuesta obvia, aunque un gran nombre viene de inmediato a colación: Paolo Conte: «En cierto modo sí es verdad que lo que yo hago sigue un poco el camino de Conte, porque ambos hacemos canciones usando sonoridades jazzísticas».
Giglio se reconoce más cómodo cantando al lado de músicos de jazz que en cualquier otro contexto: «Yo me ciño a lo que está escrito, por lo que me place confiar en los músicos para que ellos improvisen. Yo quiero cantar con libertad alrededor». Para su concierto de Barcelona mañana en el Jamboree, en un formato exquisitamente camerístico, cuenta con Flavio Boltro (trompeta) y Alessandro Gwiss (piano). «Es mi proyecto desnudo, muy singular, y mucho más difícil también para mí», afirma. Y no le importa tampoco asumir que, cual Dante, se encuentra en cierto modo «nel mezzo dil cammin» de muchas cosas, y que su música es difícilmente clasificable. «Se podría decir, sí, que puedo desestabilizar alguna opinión», admite Giglio, que sólo canta material propio.
La Quinta Stagione es el título de su último disco, celebrado en Italia tanto por la crítica como por el público y para el que ha contado con la colaboración de algunos de los nombres capitales del jazz italiano, entre ellos el pianista Enrico Pieranunzi. La pregunta es obvia: ¿dónde está esta quinta estación? «La quinta estación es la posibilidad de tener algo mejor de lo que tenemos, en todos los sentidos, sentimentalmente, emotivamente». ¿Existe tal lugar? «Bueno, no, es un estado de ánimo».
La Quinta Stagione llega mañana por la noche al Jamboree, en dos pases, a las 9 y a las 11 de la noche. Otro jazz es posible.
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